
11 Jun Hiru Haundiak 2.014 – Aranzazu – Aizkorri
Por fin, tras un jueves y viernes muy calurosos, el sábado 7 de Junio aguantó y mantuvo la tendencia de los últimos días. De hecho, a primeras horas de la mañana la temperatura era de 20 grados. Así que, como no puede ser de otra manera a madrugar, tras comprobar que hacía una mañana preciosa y que parecía que así se iba a mantener, tocaba afeitarse y preparar el desayuno para la familia. Es pronto, así que si pueden dormir 30 minutos más lo agradecen. tengo la gran suerte, que no protestan a la hora de despertarse aunque todos tengamos mucho sueño acumulado de toda la semana. De todas formas, entre dormir un poco más y una aventura por el monte preferimos todos la segunda. De niños, así lo hemos vivido y es lo que nos gusta.
Una vez en Urbía pasamos por la puerta de la fonda, hasta el primer cruce donde tomamos una pista ascendente que nos conduce hasta Majada Arbelar que es donde comienza el ascenso de la senda de Aizkorri. La subida es dura y continuada, yo destacaría tres tramos: zona terrosa (fácil y cómoda de andar), zona de piedras hasta llegar a la veleta (bastante fuerte, piedra muy irregular y complicado de andar) y la travesía desde la veleta hasta la cima (cuidado que puede engañar, es más larga de lo que parece y con piedra muy irregular).
Subiendo a un ritmo constante y tranquilo se hace muy bien pero tenemos que saber dosificar. La Majada Arbelar está en el kilómetro 88.560 y la cima de Aizkorri en el 90.880 de la prueba Hiru Haundiak, tenemos que llegar con algo de gasolina, el suelo es muy irregular y los pies sufren mucho (en ningún momento apoyan bien) y si llueve o ha llovido las piedras resbalan como si les habrían echado cera. Mi recomendación es tener calma y cuidar la mecánica que la bajada hasta Araia son casi 10 kilómetros que se pueden hacer muy duros. Hace dos años llegué con la planta de los pies muy tocados (casi no podía pisar) en cualquier otro tipo de bajadas podría haber ido de talones pero aquí es complicado hacer equilibrios con los talones sobre piedras. Escribiendo estas líneas todavía recuerdo la impotencia de no poder pisar y el dolor al hacerlo, ya no me salían ni las lágrimas, esas las había dejado ya en la Sierra de Elguea, muy duro. El recuerdo de ese dolor me tiene un poco asustado, las dudas se apoderan de mi, pensar en que de nuevo ocurrirán situaciones así y que tienes que superarlas es mentalmente muy duro. Siempre lo hacemos pero donde está el límite ?, hemos pasado el umbral del dolor y lo único que protege a nuestro frágil cuerpo es el miedo. Este miedo nos protege y nos ahoga, realmente nos entrenamos para manejar esto y es lo que nos gusta y los une pero a cuenta de que?
En la subida el peque se puso al mando y marcó el ritmo, las diferentes alternativas del camino las fue resolviendo según su criterio y subió al equipo a buen ritmo pero compacto, acompasando su subida al ritmo más bajo. Un auténtico artista que nos llevó de maravilla hasta la cima. Tras las fotos clásicas, otras que también se están convirtiendo en habituales que son las del interior del refugio, la última vez que subimos había mucha niebla y hacía mucho frío y comimos dentro, este tipo de experiencias se recuerdan siempre.
Tras comer y beber un poco detrás de la ermita para protegernos del viento comenzamos el descenso hasta la fonda donde comimos el bocata tranquilamente. Tras una muy agradable bajada por el hayedo, llegamos de nuevo a Aranzazu. El calor que a inicio de subida parecía sofocante finalmente ha sido manejable y hemos podido disfrutar de la ruta. Han sido 5 horas que la hemos disfrutado cada segundo, realmente precioso.
Un saludo
Aitor
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