
13 Jun Travesera 2.017 – Crónica Personal
Tras la charla técnica a cenar tranquilamente y a descansar un poco. A las 23:30 tocó vestirse y hacer la última revisión de todo el material, al que añadí un SOFT FLASK de 500 ml ya que se preveían temperaturas altas. A las 00:15 tocaba coger el autobús en Arenas de Cabrales dirección a la salida del Repelao. Aquí comenzaba la aventura de verdad. Tenía asignado el autobús número 2 y me cambiaron al 5. En el autobús, tuve la suerte de sentarme con Unai, un participante de Munguía que había tomado parte ya en varias ediciones y con el que estuve esperando ese tiempo angustioso previo a la salida. Muchas gracias Unai, por hacerme pasar un rato tan majo. Al entrar al corralillo nos revisaron: frontal, pila de repuesto y manta térmica. Y menos mal, porque se tardó más de la cuenta y salimos casi 10 minutos más tarde de las 02:00 de la mañana. La hora más marciana a la que he salido en una carrera, según la organización debido a imposiciones del Parque Nacional. Desconozco si existen estudios específicos sobre los hábitos de sueño de la fauna autóctona del Parque Nacional. Total que en vez de salir a las 23:00 del viernes o las 00:00 del sábado con todas las carreras, en esta salimos a las 02:10, lo que supuso que nos cogería el amanecer mucho antes y por tanto que estuviéramos más expuestos a la fuerza del sol pero todo sea por la defensa de la fauna y la flora del Parque Nacional.
- Collada La Fragua/Las Barrastrosas: Atención especial con nieve dura, en ladera con fuerte pendiente.
- Sedo Mesones: Descenso por sedo, con precipicio estrecho y resbaladizo. Prohibido Correr.
La salida de Caín es preciosa y enseguida empieza, la Canal de Dobresengos. Espectacular y la pude subir a un ritmo bastante constante y cómodo. El Canalón estaba sin nada de nieve y fue bastante duro superarlo pero fue realmente espectacular. En la parte alta perdí un poco de ritmo pero iba muy bien hasta la Garganta del Hoyo Grande. Ya cuando baje a Hoyo Bajero me empecé a encontrar sin fuerzas y no podía subir Hoyo Grande Cimero. Tenía un pajarón de lo peor que he pasado nunca. La verdad que subiendo la canal de Dobresengos, si tomé sales y bebí agua pero no aproveche para ir comiendo y aprovechar el agua. Tuve miedo de perder el ritmo de subida parando para comer o incluso podía haber parado en el collado pero no lo hice y lo pagué. Costó más de 45 minutos darme cuenta de lo que me estaba pasando. Luego en el reloj comprobé que habíamos estado en esa zona por encima de los 38 grados, pero el calor no era el problema. El tiempo era duro pero soportable, pero algo pasaba que no andaba. Afortunadamente estaba más o menos hidratado aunque vacío de comida y eso me salvo, sino me sacan con el helicóptero, estaba tan roto que no esperaba a buscar una sombra para sentarme en una piedra. Por fin, me concentré en intentar comer aunque el panorama para llegar a Vega Uriellu no era muy alentadora. Tenía 500 ml del deposito de seguridad en la mochila pero tenía que comerme una barrita de proteínas, un gel gelatinoso de sabor a cola que tiene carbohidratos y frutos secos para tomar un poco de sal. Además tenía que llegar a Uriellu y todavía me quedaba subir Horcada de Cain (2.344 m.) y Jou Sin Tierri y estaba hecho una piltrafa. Solución empecé a masticar toco con gran dificultad y sin forzar para no devolver, sino todo se habría acabado. Tras casi otros 15 minutos conseguí meterme todo en la boca, que no comerlo ya que cuesta, lo indecible y además sin agua. Tomé 250 ml de agua y comencé andar con toda la boca sin terminar de tragar todo. Afortunadamente un montañero que venía de Urriellu me pudo dar un poco de agua de su bolsa de hidratación y eso me permitió terminar de tragar y comenzar a andar. Poco a poco el cuerpo se reseteo y comenzó a funcionar, mal pero comenzó a arrancar pero había perdido mucho tiempo y sobre todo muchas fuerzas. Por fin, alcancé Horcada de Caín (2.344 m.) y aquí comenzó una nueva carrera, pero esta vez contra el crono.
Tenía muchas ganas de llegar al refugio de Picu Uriellu para poder hidratar y tomar algo solido de verdad. De hecho, tres sandwich que me supieron a gloria. Si a lo largo de toda la carrera me han tratado bien, en este punto fue espectacular. Quizás porque venía de remontar una situación tremenda, donde si hubiera sido capaz de forzarme a comer no habría podido salir por mis propios medios. Parecía que había resucitado y que veía ángeles. En el control, me indicaron que seguramente no llegaba a tiempo al control de Vegas de Sotres pero como me iba a parar ahora cuando física y mentalmente estaba al 200 % de fuerza y de confianza.
El día era precioso y la imagen del Picu Urriellu se me ha quedado grabado en la retina y en el corazón. Era una estampa muy similar a una que viví en este mismo escenario con apenas 15 años de edad y que me marcó mi pasión por la montaña y sus gentes. Así que salí del refugio a disfrutar del tramo hasta Vega de Sotres. La Canal de la Celada, estaba preciosa, no había ni gota de nieve y tocaba esforzarse un poco más de la cuenta. La llegada al Collado de La Celada simplemente espectacular. El poder ver al Picu desde todos los lados es impresionante. La Oeste desde el refugio, la norte desde la canal, la este desde el Collado de la Celada y la sur imponente desde Collada Bonita. La piedra estaba caliente y es una sensación muy agradable. La llegada a Collada Bonita, este año,debido a la falta de nieve se hacía por la piedra. Tras unas divertidas trepadas sin dificultad alguna y una pedrera descompuesta llegué al collado casi sin tiempo de mirar hacia atrás. A tope hacia Vegas de Sotres.
Bajada espectacular primero por piedras grandes y agujeros enormes que hay que salvar entre saltos y luego en la parte baja piedra más suelta y peligrosa pero que permite ir muy rápido. Creo que es la vez que más rápido y más he arriesgado bajando. Manejarse con los palos bajando te da mucha velocidad y libera tus rodillas y tobillos. Llegué con 10 minutos antes del cierre, cuando desde el collado me dijeron que era imposible llegar, pues llegue aunque cansado pero perfecto de pies y piernas.
A pesar de ir tan justo, me limpie los pies, me cambie las zapatillas, me cambie la camiseta interior y me puse una camiseta nueva del equipo (Acabé la carrera sin ninguna ampolla a pesar de haber bajado muy fuerte y rápido). Mientras me vestía aproveché para comer y beber y así cuando terminé de vestirme salí a tope hacia el Canalón de Jidiellu. Sabía que seguramente no llegaría a tiempo al control de Jitu, pero ya que estaba aquí no me iba a ir sin conocer esta canal y sentir su desnivel. Había venido a recorrer los tres macizos y a conocer sus tres canales, ese era mi gran objetivo. Lógicamente la meta es importante, pero para un aficionado de mediana edad, empieza a no ser lo fundamental.
Ya salimos muy pocos del control. Al salir yo, se animaron dos compañeros de Bilbao. Lastima que al inicio del Canalón de Jidiellu, decidieran no continuar con la aventura. Casualidades de la vida o como dice el dicho popular, cuando se cierra una puerta, otra se abre. Total que ese mismo momento subía, el que a la postre fue mi gran compañero de aventura, un asturiano llamado Enrique. Deportista conocedor de esta canal y de la Travesera. Me admitió como compañero de aventuras aún a sabiendas que no podría darle un relevo subiendo la canal y que su ritmo se iba a tener que adaptar un poco al mío, que era un poco más bajo. Sobre todo al inicio de la canal. No se habla mucho de este canalón pero es para mí de lo más bonito de la prueba. El desnivel es algo vertiginoso, se sube completamente derecho hacia el cielo, además con el día tan estupendo que tuvimos, se veía la salida desde el inicio lo cual daba una sensación de vértigo tremenda. A pesar de que entre las Vegas de Sotres y donde estábamos, solo había la canal, el calor era tremendo. Me hubiera gustado poder registrado la temperatura pero gracias a la pésima duración de mi maravilloso reloj Suunto Spartan Ultra Titan All Back no pude. Esta joya de la tecnología finlandesa aguanto 14 horas, menuda porquería. Hoy mismo, le he bajado la precisión del GPS para ver si dura más, aunque seguro que no podrá calcular el desnivel positivo y negativo o darme la temperatura. Seguro que se queja por algún sitio. Este reloj desde que nació, se puso en el mercado con más tecnología hardware que software que la manejara y a pesar de las continuas actualizaciones de software sigue haciendo lo que le da la gana. No es un reloj seguro para una ultra, al menos para aficionados que no podemos cambiar de reloj a mitad de carrera o ir recargando su batería, como se proponía en alguna de sus comparativas.
Poco a poco y gracias a la paciencia de Enrique fuimos ganando metros hasta llegar al punto más emotivo de toda la Travesera 2.017, el avituallamiento sorpresa cercano ya a la salida. Avituallamiento atendido por dos auténticos gladiadores, menudo calor han tenido que pasar en este punto. Además Enrique les conocía de años anteriores y disfrutamos con ellos de 10 minutos de animada charla. Creo que se lo merecían y en cierta medida era nuestro humilde agradecimiento a su tremenda labor.
El tramo final hasta la salida, fue muy duro. El terreno estaba muy suelto y había gran riesgo de caídas de piedras. Con paciencia, llegamos a la salida, esta vez, no había nada de nieve y tuvimos que salir hacia la izquierda por las cadenas. La verdad que lo pasamos como niños, trepando por las cadenas. En el Collado Valdominguero (2.140 m.) nos encontramos con otros dos titánes. Eran las 18:00 y el cierre del Jitu era a las 18:30, nos informaron que habían dado 10 minutos más. Realmente no nos dieron nada, la salida en lugar de a las 02:00 fue a las 02.10. Sabíamos que no era posible en 40 minutos llegar hasta el control de Jitu Escarandi, sobre todo este año sin nieve el primer tramo estaba complicado. Así que decidimos hacer la segunda cosa que más nos gusta cuando estamos en la montaña, sentarnos tranquilamente a charlar con los amigos en un collado y este caso agradecer a los dos titanes que guardaban este paso del gran trabajo que habían realizado.
El resto 7 kilómetros andando a ritmo firme pero relajados y charlando sobre la gran suerte que teníamos de poder disfrutar de ese paisaje y del enorme día que habíamos disfrutado.
Poco más que decir, llegamos a Jitu Escarandi y no nos dejaron continuar. Nuestra aventura había terminado en el kilómetro 60 de carrera, cuando quedaba lo más sencillo. Habríamos llegado, seguro que sí o igual no, quien sabe. Nunca había llegado aun kilómetro 60 de una carrera de montaña tan feliz y tan contento. Para mi llegar a la meta es un tema puramente de actitud, siempre acabo lo que empiezo. Pongo hasta el último gramo de mi fuerza y de mi pasión para lograrlo. Por eso quería llegar, por actitud.
En esta Travesera 2.017 lo he dado todo, las circunstancias de carrera me han hecho caerme muchas veces pero me he levantado y de eso se trata. Como premio, me llevo las miles de imágenes que ha grabado mi cerebro de la montaña, el recuerdo de tantos compañeros de aventura, de tantos voluntarios con una voluntad enorme de ayudar y de Enrique que me ha hecho recordar por qué hace muchos años me acerque a la montaña. Y desde entonces siempre he andado cerca de ella, unas veces más alto que otras, otras con más dificultad técnica y otras simplemente por el gusto de estar en familia en la montaña.
Quizás sea la carrera en la que he aprendido más cosas, muchas cosas fueron mal:
- Debo olvidarme de palos de carbono en Picos de Europa y emplear de aluminio rígidos. Sobre todo en mi caso, que los empleo mucho tanto para bajar como para subir.
- Debo olvidarme de mi mochila ultraligera de 12 litros y asegurar la hidratación con una bolsa de hidratación.
- Debo olvidarme de una linterna que me ha dado muchos sustos, porque seguro que te da mas y al final te deja tirado.
- Tengo que cambiar la alimentación de carrera, hasta hora me ha funcionado porque nunca había ido tan al limite y porque el tiempo entre avituallamientos me permitía inconscientemente forzarme a comer.
Otras fueron de maravilla:
- Las personas: público, voluntarios, organización, corredores y sobre todo la familia que hay que tener en cuenta que corren siempre que nosotros. Esta carrera se vive en casa desde que la organización te asigna un dorsal.
- Las zapatillas SPORTIVA AKYRA, lo mejor que he probado nunca para este terreno. Muy adaptadas a mi forma de correr en este tipo de montañas. Adherencia en tramos verticales de roca, permitiendo subir con bastones zonas verticales sin poner las manos. Estabilidad lateral y frontal enormes, eran auténticos escalones en las palas más verticales de la canales.
Agradecer a la organización el trabajo realizado y esperando sinceramente tener la oportunidad de poder volver el año que viene a disfrutar de esta tierra y de sus gentes. Que lo que la montaña une, lo una para siempre. Gracias amigos, por haber aguantado la lectura de esta crónica pero me sentía en la obligación de dar las gracias a todos por su amistad y cariño.
Un especial agradecimiento a:
- Restaurante-Café Cares por darnos tan bien de comer y cenar a un precio muy interesante. Producto local y de gran calidad.
- Hotel Naranjo de Bulnes por su trato tan cercano y amable, tratando siempre de ayudar y con una sonrisa siempre en la boca.
- Mayayo de carrerasdemontana.com por las fotografías.
- Manuel Sanchez Calvo por las fotografías.
Un fuerte abrazo
Aitor
Javier Vázquez
Posted at 12:24h, 14 junioZorionak!!! Me ha encantado la crónica.
Aitor Sanchoyerto Martínez
Posted at 14:04h, 14 junioMuchas gracias, Javier. Se trata simplemente de intentar transmitir lo que yo viví y si de paso ayuda a que otro no comenta mis mismo errores pues todavía mejor.
Alejandro García
Posted at 13:49h, 24 junioTremenda la crónica. Algún día caerá, pero tendrá que esperar un par de añitos…